Al igual que la alegría, el miedo o el enfado, la tristeza es una emoción. En este caso, la sentimos cuando afrontamos una pérdida, ya sea real o imaginaria. Esa pérdida puede ser de muchos tipos: debido al fallecimiento de un ser querido, la pérdida de algo valioso, que te despidan de un empleo importante para ti o finalizar una relación sentimental, entre otras.
La tristeza suele manifestarse en el cuerpo por medio de las lágrimas o de una sensación de opresión en el pecho. Pero estos no son los únicos síntomas: también podemos llegar a identificar cómo se nos desacelera el ritmo cardiaco o cómo podemos llegar a sentir una sensación de soledad o vacío inmensas.
Cuando sentimos estas sensaciones que pueden llegar a ser tan desagradables, normalmente tenemos la necesidad de aislarnos, alejarnos física o emocionalmente, incluso de nuestros seres más queridos y a no tener ganas ni siquiera de comer.
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Esmeralda Salinas Rodríguez psicóloga en Las Rozas (Madrid) especializada en ayudar a mujeres de todas las edades a liberarse de la ansiedad y la tristeza, además de descubrir y activar sus recursos internos.
Qué hacer cuando estás triste
La tristeza, la melancolía o la nostalgia, son emociones similares, que ayudan a facilitar la capacidad que tenemos los seres humanos de reflexión e introspección. Por tanto, el primer paso para hacer algo con tu tristeza es identificar que la estás sintiendo y poder diferenciarla de otras.
Una vez que lo hayas logrado, tendrás mucho ganado, ya que a veces no resulta fácil porque puede disfrazarse de ira o estar oculta tras un maremágnum de emociones como la culpa o el miedo.
En lugar de evitar sentirla, trata de identificar cuál/es son los motivos y date un tiempo para descansar y reflexionar sobre ello. A modo de ejemplo, si estás triste porque has suspendido un examen importante para ti, es posible que hayas podido cometer errores a los que tengas que dedicar un tiempo para la reflexión, logrando así que sea menos posible volver a cometerlos.
En prácticamente todos los casos, la tristeza es una emoción que nos lleva a “bajar la guardia” y a veces es necesario pedir ayuda y que las personas de nuestro alrededor estén más pendientes de nosotr@s en esos momentos movidos por una emoción complementaria a la tristeza: la compasión.
Cómo superar la tristeza
Una vez que hayas podido identificar y reflexionar sobre lo ocurrido, el siguiente paso es aceptarla en lugar de rechazarla. Es decir, date momentos para sentirla y expresarla: habla, llora, escribe, dibuja… en definitiva, permite a la tristeza que vaya “saliendo” de tu cuerpo de una manera “controlada”.

Combina esos momentos de “conexión” con tu tristeza con otros más placenteros: realiza actividades que te resulten agradables, aunque sea mínimamente.
El arte, la literatura, las amistades y los hobbies pueden ser de gran ayuda en estos momentos. Además, procura hacer deporte al menos durante 30 minutos al día, a ser posible en el aire libre.
Si notas que le estas dando vueltas a la cabeza continuamente con el motivo de tu tristeza, intenta hacer actividades que distraigan tu atención y olvídate de buscar soluciones en medio de una crisis.
Espera a estar más relajad@ para tomar las decisiones que creas convenientes ya que es en estos momentos de calma cuando podemos pensar con más claridad.
La alimentación también influye mucho en tu estado de ánimo, y aunque cuando atravesamos por fases de tristeza solemos tener el estómago “cerrado” y no tenemos ganas de comer, es importante que tengas una dieta rica en minerales y vitaminas y baja en grasas saturadas.
Aunque tenemos que permitirnos tener días mejores y otros peores, en ocasiones podemos sentir que llevamos demasiado tiempo aferrándonos a un pasado que nunca volverá. Y el problema es que aferrarse al pasado no deja tiempo para ocuparse del presente, que es donde sucede la vida. Por este motivo es importante que, poco a poco y a tu ritmo, vayas reconectando con las cosas que en un momento dado te hacían feliz y te animaban.
En el caso de que no puedas afrontarlo por ti mism@, pide ayuda a personas cercanas que sientas que te puedan dar su apoyo o a profesionales especializados.
Tristeza profunda
Cuando hablamos de tristeza profunda, de lo que en realidad podemos estar hablando es de depresión, aunque hay que aclarar que NO SON LO MISMO. Voy a explicarte algunas de las diferencias más importantes para que logres discernir entre una y otra:
- Cuando hablamos de tristeza, esta suele ser pasajera, mientras que la depresión puede durar semanas, meses o incluso años.
- En el caso de la depresión, suele ser más difícil identificar la/s causa/s y puede tener orígenes físicos, mientras que la tristeza surge como una respuesta normal a los acontecimientos: cuando alguien cercano fallece, si terminas una relación, o si te despiden de un trabajo que valoras, es normal que te sientas triste.
- Normalmente, la tristeza va a ir desapareciendo por sí misma, mientras que para que la depresión se reduzca o elimine, es necesario ir a terapia y en ocasiones, complementar el tratamiento con psicofármacos.

¿Cómo ayudar a alguien que está triste?
No es fácil ver que alguien a quien queremos está triste. Nos vemos en la necesidad de animarle para que vuelva a sonreír, de darle consejos o incluso de presionarle para que deje atrás sus problemas. Sin embargo, estos métodos no suelen funcionar.
Estas son algunas ideas para que puedas ayudar a una persona cercana que esté triste:
- Evita juzgar. Tal vez para ti no sea tan importante el motivo de su tristeza, pero quitarle importancia a lo que le ocurre sólo agravará su malestar.
- Se empática en el trato: para demostrarlo, puedes utilizar frases tales como “estaré aquí para lo que necesites” o “¿Cómo puedo ayudarte?”.
- Aumenta tu capacidad de escucha y procura dar consejos solo si te los piden. Permitir a la otra persona que hable sobre lo que le ha provocado tristeza suele ayudar a mitigar ese sentimiento.
- Deja que la otra persona llore. El hecho de llorar nos ayuda a sentirnos mejor y es sano siempre y cuando sea dentro de unos límites. Además, nos ayuda a comunicarnos más allá de las palabras y a fomentar la sensación de intimidad.
- Destierra de tu discurso frases tales como: “lo que te pasa no tiene ninguna importancia”, “no llores”, “no estés triste” o “si estás triste es porque quieres”. Aunque sea con la mejor intención, estas frases no ayudan mucho a quien sufre tristeza.
- Ten paciencia, la tristeza suele desaparecer por sí misma.
- Anímale a buscar una cita con un profesional especializado si los síntomas se agravan o permanecen por mucho tiempo. Puedes ofrecerte para acompañarle si así lo requiere.
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