¿Qué es el cáncer de colon?
El cáncer de colon es un tumor maligno del intestino grueso, siendo el tercero en frecuencia en los varones y el segundo en frecuencia en las mujeres, tras el cáncer de mama.
Sin embargo, si se tienen en cuenta ambos sexos, el cáncer con mayor incidencia es el colorrectal (15%). Se calcula que aparecen en España 32.240 casos nuevos al año, siendo responsable de 14.700 fallecimientos.
El cáncer de colon está aumentando su incidencia en los países occidentales y desarrollados. Predomina en personas mayores, siendo su edad media de presentación los 70 años, y la mayoría de los pacientes tienen más de 50 años en el momento del diagnóstico, aunque puede aparecer en edades más jóvenes.
Índice

Doctor Francisco Pérez Roldán especialista en medicina del aparato digestivo. Cirugía y digestivo. Centro médico Enova en Toledo
Síntomas y signos del cáncer de colon
Los síntomas pueden ser vagos e inespecíficos. Unos se relacionan con con el propio tumor y otros por la diseminación del mismo (metástasis). Los síntomas más frecuentes son:
- Cambio en los hábitos intestinales.
- Sangre en las heces (ya sea color rojo muy vivo o muy oscuro) y/o moco.
- Diarrea, estreñimiento o sensación de que el intestino no se vacía completamente.
- Heces más delgadas de lo normal.
- Dolor frecuente ocasionado por gases, flatulencia, saciedad o calambres.
- Pérdida de peso sin razón conocida.
- Sensación de mucho cansancio.
- Náuseas y vómitos, con hinchazón abdominal.
No hay que olvidar que algunos pacientes no tienen síntomas, y el tumor se diagnostica al realizar una colonoscopia de cribado o es un hallazgo casual al realizar otras exploraciones como un escáner.
En cuanto a los signos clínicos que puede notar el médico en la exploración, pueden ser ninguno o alguno de los siguientes: nódulo, masas en el abdomen, tumor rectal en el tacto rectal, aumento de tamaño del hígado, liquido en el abdomen, ganglios aumentados de tamaño y otros signos menos frecuentes.

Estadios del cáncer de colon
El cáncer colorrectal posee varios patrones de crecimiento, que pueden ocurrir al mismo tiempo y no son excluyentes entre sí. Habitualmente, lo que se produce en un primer momento es la invasión local en el lugar donde aparece el tumor.
Posteriormente, puede aparecer la invasión linfática (ganglios), y por último, ocurre la diseminación a través de la sangre originado las metástasis en órganos distantes (hígado, pulmón, hueso…).
También puede haber “siembra” peritoneal por células cancerígenas, es decir, que se sueltan células malignas desde el tumor del colon y se depositan en la superficie de órganos vecinos o estructuras abdominales, produciendo nuevos focos tumorales.
Como es lógico, no es lo mismo tener un cáncer localizado que uno que se haya diseminado por la sangre y con siembra peritoneal. Por ello, los cánceres en general se clasifican por etapas o estadios con la finalidad de agrupar a los pacientes en estadios que tengan un similar pronóstico y que se les pueda aplicar tratamientos similares.
En el cáncer de colon, hay varias clasificaciones pero las más usadas son:
1. Clasificación TNM:
La “T” es por el Tumor, la “N” por los ganglios (Nodes en inglés) y la “M” por las Metástasis. En función del T, N y M se definen los estadios.
- Estadio 0 o carcinoma in situ: Es la etapa más inicial del cáncer, y se localiza en la parte más superficial de la mucosa y no infiltra nada.
- Estadio I: Después del estadio 0, es el más favorable.
- Estadio II y Estadio III: Son etapas intermedias. En general, el estadio II tiene mejor pronóstico que el III, porque en el estadio II no existe afectación de los ganglios y en el estadio III sí. Estos estadios a su vez se subclasifican en otros más concretos.
- Estadio IV: Es la etapa más avanzada. Su pronóstico es el peor porque existe diseminación a distancia.
2. Clasificación modificada de Aster-Coller (MAC)
También tiene en cuenta el grado de afectación de la pared intestinal, la invasión de los ganglios regionales y la presencia de metástasis a distancia.
- Estadio I o A: afectación de submucosa.
- Estadio II o B: afectación de capa muscular, grasa de alrededor del colon o de órganos vecinos.
- Estadio III o C: ganglios afectados e invadidos.
- Estadio IV o D: metástasis a distancia (hígado, pulmón).
La supervivencia de los pacientes con cáncer colorrectal se relaciona con estos estadios, siendo > 95% en el estadio 0 y va descendiendo a medida que aumenta el estadio. El estadio IV o D es el de menor supervivencia, aunque cada vez más pacientes con estadio IV se pueden curar con abordajes complejos y multidisciplinares.
Cáncer de colon y metástasis
Cuando hablamos de un cáncer metastásico es aquel que se ha diseminado a otras partes del cuerpo. En el caso del cáncer de colon, las metástasis más frecuentes ocurren en el hígado, aunque en ocasiones puede pasar a los pulmones, a los huesos y a otros órganos del cuerpo.
Esta diseminación ocurre con frecuencia por vía sanguínea, y por ello, la primera estación suele ser el hígado.
Las metástasis son mucho más probables cuando se realiza el diagnóstico en una etapa avanzada de la enfermedad. Por eso, es muy importante el diagnóstico precoz para evitar la diseminación.
A veces, las células cancerosas son demasiado pequeñas para ser detectadas mediante las técnicas diagnósticas actuales, por lo que estas células pueden continuar creciendo y aparecer posteriormente como cáncer metastásico, incluso años después de haber sido tratado.
Las metástasis del cáncer colorrectal pueden aparecer mediante:
- Diseminación linfática: es el principal tipo de metastasis generalmente cercanas al tumor primario y son determinantes para el tipo de tratamiento a realizar asociado a la cirugía.
- Diseminación hematógena: se produce cuando las células cancerígenas llegan al hígado a través de la vena porta (vena que llega al hígado) y después al pulmón, cerebro, huesos y así sucesivamente.
- Diseminación local: infiltra y afecta a órganos vecinos, como la vejiga, útero, próstata, intestino delgado y peritoneo.
En cuanto a los síntomas que producen las metastasis es variable. Algunas personas no tienen ningún síntoma, aunque en ocasiones si el cáncer se ha propagado pueden aparecer diversos síntomas dependiendo de la ubicación del cáncer.
Si se ha extendido a los ganglios linfáticos cercanos puede producirse hinchazón y pérdida de apetito.
Si se afecta el hígado puede existir dolor en la parte superior derecha del abdomen, distensión abdominal o pérdida de apetito.
Cuando el órgano afectado son los pulmones, puede causar tos, dificultad para respirar y que el sujeto escupa sangre.

Si invaden los huesos, puede causar dolor en los huesos, especialmente en la espalda, las caderas y la pelvis. Y si es el cerebro, esto puede causar problemas con la memoria, la concentración, el equilibrio o el movimiento.
Otro problema asociado, es cómo tratar cáncer colorrectal metastásico. Lo primero es hacer un diagnóstico lo más exacto posible, mediante un examen físico y diferentes pruebas que incluyen análisis de sangre, radiografía de tórax, gammagrafía ósea, ecografía abdominal, TAC toracoabdominal, PET o resonancia magnética.
El diagnóstico se confirmará con una biopsia, que es tomar muestras de tejido de las áreas sospechosa para luego examinarlo bajo el microscopio para ver si contienen células cancerígenas.
Pronóstico y supervivencia
En España, aproximadamente un 54 % de los pacientes que sufren un cáncer de colon sobreviven más de 5 años. Se trata de una supervivencia global, sin tener en cuenta edad, tipo histológico o fase de la enfermedad.
En general, supervivencia global a los 5 años varia según el estadio clínico (Clasificación de Aster-Coller), y son similares a los del cáncer de recto, aunque en general el pronóstico del cáncer de colon es mejor.
Así, la supervivencia a los 5 años es:
- Estadio A: 90-92%
- Estadio B: 50-75%
- Estadio C: 25-55%
- Estadio D: menos del 8%
Es importante mencionar que la supervivencia de los tumores localizados con afectación ganglionar (estadio C) ha mejorado de forma significativa con la aplicación de quimioterapia adyuvante, administrada tras la cirugía. Por ello, es muy importante el resultado del análisis de la pieza resecada para valorar el tratamiento más adecuado.
En el caso de los tumores avanzados se está consiguiendo prolongar la mediana de supervivencia a más de 2 años. Y esto se está consiguiendo tras un tiempo en tratamiento sistémico con quimioterapia, ya que pueden convertirse en pacientes con enfermedad resecable, tanto del tumor primario, como de las metástasis, lo que incide de una forma muy importante en sus posibilidades de supervivencia.
Y lo que no debemos olvidar que el diagnóstico precoz es el mejor tratamiento, ya que nos va a permitir el diagnóstico en fases iniciales (Estadio A y B) con una supervivencia mucho más prolongada. E incluso en estadios muy precoces, el tratamiento endoscópico del tumor puede ser curativo (Estadio 0 y I) de la clasificación TNM.
Detección del cáncer de colon
Después de lo que hemos hablado del cáncer de colon, nos planteamos cómo llegar al diagnóstico. Para ello, se pueden usar diferentes pruebas y procedimientos, cada uno con un rendimiento, una eficacia y molestias:
Examen físico y antecedentes:
Examen del cuerpo para revisar los signos generales de salud, incluso verificar si hay signos de enfermedad, como masas o cualquier otra cosa que parezca anormal. También se pregunta por los antecedentes médicos y familiares del paciente. Puede dar una sospecha más o menos importante de las posibilidades de tenerlo, pero no hace el diagnóstico.
Examen digital del recto (tacto rectal):
El médico introduce un dedo cubierto por un guante lubricado en el recto para palpar masas o cualquier otra cosa que no parezcan habituales. Sólo sirve para lesiones cercanas al ano, por lo que es técnica fácil de realizar pero con mucha limitación.
Prueba de sangre oculta en heces:
Es una prueba para valorar o no la presencia de sangre en las heces. Es fácil de hacer, accesible desde los centros de salud y cuando es positiva permite seleccionar a pacientes que casi siempre tienen patología (aunque sólo un porcentaje es un cancer y muchos son pólipos).
Determinación genética en heces:
Esta prueba detecta pequeñas cantidades de sangre en la materia fecal (con un análisis similar al de la prueba de sangre en heces) así como nueve marcadores biológicos de ADN en tres genes que se han encontrado en el cáncer colorrectal y en pólipos avanzados precancerosos.
El ADN proviene de células del revestimiento del colon y del recto que se almacenan en la materia fecal a medida que esta pasa a través del intestino grueso y el recto.
Las muestras de materia fecal son recolectadas por el paciente mediante el uso de un sobre para muestras que se envía al laboratorio para su análisis.

Un programa informático analiza los resultados de las dos pruebas (sangre y marcadores biológicos de ADN) y proporciona un resultado negativo o positivo. A las personas que reciben un resultado positivo con esta prueba se les aconseja que se hagan una colonoscopia.
Sin embargo, esta determinación fecal tenía más probabilidad de identificar una anormalidad cuando en realidad no existía ninguna (es decir, tuvo más resultados positivos falsos). Esta prueba todavía está siendo evaluada para determinar si se ajusta a las pautas recomendadas para los exámenes de detección, y todavía no se ha incorporado a las normas de práctica clínica.
Enema opaco:
Serie de radiografías del tubo gastrointestinal inferior. La técnica consiste en introducir en el recto un líquido que contiene bario, que permite contrastar el intestino grueso. El bario recubre el tubo digestivo inferior y se toman radiografías.
Colonoscopia:
Es la mejor técnica para el diagnóstico del cáncer de colon, ya que permite una visión directa de las lesiones (incluso milimétricas), tomar muestras del tejido y verificar si hay pólipos (áreas pequeñas de tejido abultado), otras áreas anormales o cáncer.
Esta técnica consiste en introducir un colonoscopio a través del ano y visualizar toda la mucosa del recto y colon hasta el ciego (parte más profunda del colon). Un colonoscopio es un tubo flexible delgado con una luz y una lente para observar el recubrimiento del colon.
Con esta técnica se pueden tomar biopsias (fragmento de tejido para analizarlo al microscopio), que es la única técnica que permite asegurar que es un cancer y el tipo. Es una técnica que puede ser dolorosa, por lo que se suele hacer bajo sedación profunda, y además, no está libre de complicaciones aunque sean poco frecuentes como la perforación (rotura del intestino grueso) entre otras.
Colonoscopía virtual:
Procedimiento para el que se usa una serie de radiografías que se llama tomografía computarizada para tomar una serie de imágenes del colon. Una computadora agrupa las imágenes para crear detalles que pueden mostrar pólipos y cualquier otra cosa que no parezca habitual en la superficie interna del colon.
Esta prueba también se llama colonografía o colonoscopia por TC. Esta técnica tiene limitaciones, como es que no permite ver lesiones de pequeño tamaño y no puede tomar muestras del tejido. Además, requiere hinchar con gas el intestino, se radia al enfermo y cuando se encuentra alguna lesión o se sospecha, luego hay que hacer una colonoscopia.
Cáncer de colon y la mujer
Muchas mujeres piensan que el cáncer de colon es una enfermedad masculina. Sin embargo, el riesgo es muy parecido en ambos sexos, y las mujeres de más de 50 años tienen riesgo significativo de padecer este tipo de cáncer.
El tratamiento hormonal de la menopausia puede proteger contra el cáncer de colon.
Según los distintos estudios publicados, el uso de estrógenos durante la menopausia puede reducir hasta un 34% el riesgo de cáncer de colon si se compara con las mujeres menopaúsicas que no lo recibieron.
Además, aquellas mujeres que hayan padecido un cáncer de útero, cáncer de ovario o cancer de mama, tienen aumentadas las posibilidades de sufrir cáncer de colon.
Dado que el cáncer de colon es mucho más frecuente que el cáncer genital femenino y sólo es superado por el de cáncer de mama, la atención hacia la salud femenina merece tener en cuenta la relación entre los estrógenos y el cáncer de colon.
Por ello, el despistaje de este cáncer debe merecer la misma atención que la citología vaginal o la mamografía tan habituales en ginecología.
Tratamiento quirúrgico del cáncer de colon
La cirugía suele ser el tratamiento más importante y el primero que se lleva a cabo en la mayoría de los tumores de colon. La excepción son los cánceres de colon que en el momento del diagnóstico ya presentan metastasis a distancia. El tipo de cirugía que se aplicará varía en función de su localización y de la extensión a ganglios y/u órganos vecinos.
La cirugía del colon y recto es una intervención quirúrgica mayor, por lo que es necesario el ingreso hospitalario durante un tiempo que puede variar de un enfermo a otro. Lo más habitual es que oscile entre una y dos semanas. Asimismo, es necesaria anestesia que siempre será de tipo general.
Por lo que antes de la intervención es preciso realizar un estudio preoperatorio que consiste generalmente en un análisis de sangre y de coagulación, un electrocardiograma y una radiografía de tórax.
La cirugía suele ser el principal tratamiento local para el cáncer de colon. La técnica consiste en la extirpación del segmento del colon en el que se asienta el tumor, así como un tramo de tejido normal, a cada lado de la lesión, y los ganglios linfáticos correspondientes.
Posteriormente, se unen los extremos del colon para restablecer la continuidad del tubo digestivo y mantener su función. La hospitalización y recuperación dependerá de las condiciones de salud específicas de cada enfermo.
Cuando la cirugía tiene que realizarse de forma urgente, sin tiempo para preparar el tubo digestivo, como ocurre en muchos casos de obstrucción intestinal o abdomen agudo, es posible que sea necesario realizar una colostomía o Ileostomía: esto significa abocar el extremo distal del tubo digestivo a través de la pared abdominal.
En un segundo tiempo quirúrgico (un tiempo después) se podrá valorar reconstruir el tránsito intestinal uniendo los cabos de intestino y cerrando la colostomía o ileostomía.
En caso de ser necesario la realización de una colostomía, se debe hablar con el personal de enfermería encargado de realizar el cuidado de la ostomía, de tal forma que te puedan resolver las dudas.

En muchos casos con afectación metastásica hepática, la cirugía de resección de estas lesiones se deja para más adelante, tras un tiempo de tratamiento sistémico con quimioterapia.
En el caso de ser un cáncer de recto, el tratamiento actual es algo diferente. Si no tiene metástasis a distancia y sea localmente avanzado, el tratamiento actual consiste en primer lugar en dar quimio y radioterapia, y en un segundo tiempo, unas cuantas semanas después, se realiza la resección quirúrgica.
La cirugía del colon y recto, como la mayoría de las intervenciones quirúrgicas, no está libre de complicaciones ni de efectos adversos. Habitualmente, no suponen un problema grave para el paciente, pero sí alteran su calidad de vida.
Al despertarse de la anestesia, es normal que se sienta dolor en la zona de la intervención; para ello, se dejan pautados analgésicos para aliviarlo. El tipo de cicatriz será diferente en función del tipo de intervención realizada. La herida quirúrgica requerirá una serie de cuidados que son similares a los de cualquier cicatriz producida por otra causa.
Mientras no se hayan retirado los puntos, el cuidado y limpieza de la misma, correrá a cargo del personal sanitario del hospital o del centro de salud. Una vez retirados, es aconsejable mantener una higiene similar a la del resto del cuerpo: lavado con agua y jabón.
Actualmente, se están realizando resecciones quirúrgicas para algunos cánceres de colon mediante laparoscopia.
Es decir, en lugar de abrir el abdomen, se realizan varios orificios en la pared del abdomen y a través de ellos se reseca el tejido tumoral y se saca al exterior, y unir los extremos del tubo digestivo. La recuperación tras la cirugía suele ser mejor.
Hasta que la herida del colon o recto cicatrice, es necesario que el paciente se mantenga hidratado y nutrido adecuadamente.
Lo habitual en estos casos, es mantener los sueros y colocar una sonda nasogástrica para extraer cualquier liquido que se acumule en el estómago o intestino.
Se trata de un tubo largo, fino y flexible que se introduce por la nariz hasta el estómago. Generalmente, esta sonda se retira aproximadamente pasadas 24 horas tras la intervención, ya que en la mayoría de los casos, pasado este tiempo el paciente comienza a tener el movimiento habitual del intestino y entonces puede empezar a tomar pequeños sorbos de líquidos, para poco a poco reintroducir una alimentación normal.

Cáncer de colon hereditario
El cáncer es una enfermedad tan común que no sorprende que muchas familias tengan al menos alguno de sus miembros con algún cáncer. En ocasiones, ciertos tipos de cáncer pueden darse en algunas familias. Esto a veces se debe a que miembros de una familia tienen ciertos factores de riesgo en común, como el tabaquismo, que pueden causar muchos tipos de cáncer.
También puede deberse en parte a otros factores, como la obesidad, que tiende a darse en familias e influenciar el riesgo de cáncer. en el cáncer colorrectal, el sobrepeso, la alimentación basada principalmente en alimentos con un alto contenido de grasa (especialmente animal), fumar y la falta de ejercicio puede causar que una persona tenga más probabilidad de padecer este cáncer
Pero en algunas familias, el cáncer es causado por un gen anormal que se trasmite de una generación a otra. Si bien se suele hacer referencia a esto como cáncer hereditario, lo que se hereda no es el cáncer en sí, sino el gen anormal que puede dar lugar al cáncer.
Solo alrededor del 5 al 10 por ciento de todos los casos de cáncer se originan directamente de defectos genéticos (llamados mutaciones) hereditarios de uno de los padres.
En el cáncer de colon, las personas con un antecedente personal o familiar de este cáncer, o que tengan pólipos en el colon o el recto, o aquellas con enfermedad inflamatoria intestinal, son más propensas a padecer cáncer de colon. Existe una condición llamada poliposis colónica familiar que consiste en la formación de cientos de pólipos en el colon y recto.
Si no son tratados, pueden conducir a un cáncer. Hay otras dos enfermedades que también cursan con pólipos de colon, junto a otras manifestaciones extracolónicas, y son el Síndrome de Gardner y Síndrome de Turcot.
Estos tres síndromes se asocian a una mutación genética claramente definida, y es la mutación del gen supresor tumoral APC (adenoamtous polypomatosis coli).
Se calcula que alrededor del 10% de los casos de cáncer colorrectal se deben a mutaciones genéticas hereditarias (genes y oncogenes), conocidas o no en la actualidad.
Prevención del cáncer de colon
Al no conocerse realmente la causa específica de este cáncer, no puede prevenirse aunque sí se puede actuar eficazmente con un diagnóstico temprano. Se pueden detectar pólipos en sus primeras etapas y extirparlos para evitar la posible formación de células cancerosas mediante la colonoscopia. Pero si se pueden tener en cuenta algunas recomendaciones que pretenden disminuir el riesgo, como los siguientes:
Consumir una dieta rica en fibra y con pocas grasas de origen animal. El consumo de diario de vegetales, frutas y cereales, junto con la reducción paralela de carnes rojas y comidas grasas puede reducir en un tercio el riesgo de cáncer de colon.
Mantener una actividad diaria moderada ayuda a disminuir la probabilidad de tener cáncer.
Se recomienda ejercicio regular y vigoroso (correr, bicicleta, nadar, aerobic…) durante al menos media hora casi todos los días.
Reducir el consumo de alcohol y dejar de fumar. El tabaco influye en la formación de muchos tipos de cáncer. En el de colon, los hombres fumadores tienen un 34% más posibilidades de padecerlo, y las mujeres fumadoras un 43%.
El uso de tratamiento hormonal en la menopausia, parece reducir el riesgo también. Aunque no se ha evaluado si este efecto compensa el riesgo que produce esta terapia hormonal de aumentar las posibilidades de sufrir cáncer uterino y de mama.
El suplemento dietético con calcio, vitamina D, ácido fólico, aceites de pescado, selenio y otros antioxidantes pueden reducir el riesgo de cáncer de colon
En cuanto a los factores genéticos predisponentes, lo que pueden hacer las personas que los tengan es acudir frecuentemente a revisiones. Su médico les podrá dar toda la información que necesiten y las posibles vías de diagnóstico que pueden elegir.
Se han realizado varios estudios epidemiológicos en donde se ha observado que aquellas personas que toman regularmente aspirina y otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, tienen un riesgo entre un 40% y un 50% menor de desarrollar cáncer colorrectal y pólipos adenomatosos.
Estos estudios no han demostrado completamente la relación de estos medicamentos con el cáncer, tampoco se ha determinado la dosis eficaz mínima, el mecanismo de acción o las poblaciones en las que proporcionaría un mayor beneficio.
Hay algunas evidencias científicas recientes que cuestionan la importancia de las recomendaciones dietéticas. Por ello, no deben olvidarse las medidas de despistaje periódico a partir de los 50 años.
Alimentación y cáncer de colon
En la vida cotidiana, a veces se presta poca atención a lo que comemos. Es un tópico insistir en la importancia de lo que se come, sobre todo en algunas enfermedades, pero en en cáncer de colon parece tener su fundamento.
Dietas con poca fibra, frutas y verduras y demasiadas grasas son perjudiciales. Los carotenoides, sustancias que se encuentran principalmente en frutas, verduras y hortalizas, tienen muchas funciones beneficiosas como la lucha contra la formación de estos tumores y el refuerzo del sistema inmune. El consumo de determinados vegetales ricos en fitoquímicos (espinacas, crucíferas, té verde, semillas de lino)
Por otra parte, se ha comprobado en numerosos estudios que llevar una vida sedentaria favorece la aparición del cáncer. De hecho, se recomienda ejercicio regular de forma habitual.
Alcohol y tabaco en relación con el cáncer de colon
El consumo de alcohol está asociado con un riesgo modestamente mayor de cánceres de colon y de recto. En un análisis realizado sobre varios estudios que examinaban las asociación entre el consumo de alcohol y el riesgo de cáncer colorrectal, indicó que las personas que bebían 50 gramos de alcohol o más diarios tenían 1,5 veces el riesgo de presentar cáncer colorrectal que quienes no bebían o que eran bebedores ocasionales.
Pero qué sucede al riesgo de cáncer después de que una persona deja de beber alcohol?. Aunque la mayoría de los estudios se han hecho sobre cancer de cabeza y cuello y en el de esófago, en general han encontrado que el cese del consumo de alcohol no está asociado con una reducción inmediata del riesgo de cáncer.
En cambio, se necesitan años para que los riesgos de cáncer regresen a los que tienen quienes nunca bebieron (en el cáncer de esófago se calcula que el riesgo se iguala a los que no bebieron a menos tras 15 años de haber dejado de beber).
El tabaco es la causa principal de cáncer y de muerte por cáncer. La gente que usa productos de tabaco o que está regularmente alrededor de humo de tabaco en el ambiente tiene un mayor riesgo de cáncer porque los productos de tabaco y el humo de segunda mano tienen muchos compuestos químicos que dañan el ADN.
El uso de tabaco causa muchos tipos de cáncer, incluso cáncer de pulmón, de laringe, de boca, esófago, garganta, vejiga, riñón, hígado, estómago, páncreas, colon y recto, y cancer de cervix o cuello uterino, así como leucemia mieloide aguda.
Las personas que usan tabaco sin humo (rapé o similares) tienen riesgos mayores de cánceres de boca, de esófago y de páncreas.
Las personas que fuman 20 cigarrillos al día tienen en doble de posibilidades de desarrollar el cáncer de colon.
No hay un grado sin daño en el uso de tabaco. Se pide urgentemente a las personas que usan cualquier tipo de producto de tabaco que dejen de usarlo.

Las personas que dejan de fumar, sin importar su edad, tienen una ganancia sustancial en expectativa de vida en comparación con quienes continúan fumando. También, dejar de fumar al tiempo de un diagnóstico de cáncer reduce el riesgo de muerte.
La combinación de alcohol y tabaco parece que tiene riesgos mucho mayores de padecer cánceres de la cavidad oral, de faringe (garganta), laringe y de esófago que la gente que usa solo tabaco o solo alcohol.
De hecho, los riesgos que están asociados con el uso del alcohol y del tabaco se multiplican en los canceres de labios, boca y de faringe; es decir, si se juntan los riesgos asociados con el alcohol a los riesgos asociados con el tabaco, los riesgos resultantes son mayores que lo que podría esperarse de añadir los riesgos individuales.
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