Uno de los principales problemas en las relaciones de pareja es que no se comunican o no se saben comunicar. En unas ocasiones el problema es que “no se habla” y en otras que “se habla mal”. A veces, hay temas que ninguno de los dos se atreve a abordar o no cree que sea necesario compartir. En otras ocasiones, se dan “muchos aspectos por sentado” o por supuesto y solo se tienen conversaciones de temas triviales.
Índice

Ana Montilla Fernández psicóloga en Mislata (Valencia) especialista en psicología clínica y educativa.
1.- <<Es que no hablamos>>
Algunas parejas no consideran que su forma de hablar sea violenta o que se pierdan el respeto. No gritan ni discuten pero parecen muy preocupados por la falta de comunicación:
“Ya nos lo hemos dicho todo”,
“No hablamos de nada interesante”,
“¿Qué le voy a contar?…si no me ha pasado nada”.
“Es un aburrimiento”….
“Es como tener un mueble al lado”.
Estos son ejemplos de comentarios de parejas que, en ocasiones, preferirían discutir para, al menos, hablar de algo.
Estas parejas se respetan, son correctos, educados, funcionan en armonía pero han olvidado mantener «viva» la relación, no han sabido de fomentar actividades de ocio variadas, buscar actividades que les apasione, no se han relacionado con amigos, no han compartido opiniones y sentimientos, etc.
Que la relación esté viva puede implicar discutir a veces expresando y defendiendo el punto de vista propio, que demuestra un interés por el crecimiento de la pareja; significa mostrar inquietudes, tener ganas de aclarar malentendidos, de mejorar aportando ideas, y ganas de compartir experiencias y creencias.
Pensad que la inmovilidad es enemiga de la relación. La relación necesita de un cambio continuo y adaptarse de forma progresiva a las nuevas necesidades personales de cada miembro y a las comunes.
Si una pareja se aburre, es que ha dejado de satisfacer sus necesidades y ha dejado de luchar.
Si ponen de manifiesto esa inquietud, que no les gusta por dónde avanzan y lo cansados que están, podemos considerar que es el primer paso para intentar luchar por ella.
Ahora, unos momentos para reflexionar sobre la relación de pareja:
- Observa qué aspectos de la relación se han hecho rutinarios.
- Qué aspectos no se han adaptado según iba cambiando las necesidades de la pareja.
- Observa si solo os comunicáis los aspectos negativos.
- Observar si vuestras actitudes son pasivas.
- Pensad si los acuerdos a los que llegáis no son satisfactorios para alguno de vosotros.
- Llega la hora de plantearse la insatisfacción como un problema y buscar soluciones, antes de pensar que es tu pareja como persona la que no te interesa.
2.- Es que «Hablar» no sirve de nada
Las parejas que tienen conflictos en su comunicación, suelen tener unas características propias:
- Interpretan mal lo que su pareja les dice.
- Los desacuerdos son superiores a los acuerdos.
- Tienen una comunicacion no verbal con más componentes negativos que positivos.
- Reaccionan a la defensiva frente a los comentarios negativos de la pareja, mientras que ignoran los positivos.
- Tienen deteriorada la capacidad de empatía, es decir, de ponerse en el lugar del otro.
- Tienen dificultad para expresar los sentimientos apropiadamente.
- Tienen disminuida la capacidad de escuchar.
- Muestran una comunicación libre de restricciones, es decir, se dicen lo que les pasa por la cabeza sin tener en cuenta si pueden ofender o herir sensibilidades.
Una comunicación sin restricciones es el problema más frecuente por el que consultan las parejas, que después desemboca en ausencia de comunicación y concluyen que es imposible entenderse. © doble.d/Fotolia

3.- Atentos a la comunicación con tu pareja
El problema de comunicación suele estar en que no se interpreta igual el mensaje por el que lo envía que por el que lo recibe. Entonces se está produciendo una comunicación ineficaz.
Puede pasar que un miembro de la pareja envíe el mensaje de forma incorrecta o inapropiada. Pero también puede darse el caso de que el otro miembro de la pareja interprete los mensajes de forma destructiva o le vea una intencionalidad que no existe.
Los elementos de la comunicación son los siguientes: Hay un EMISOR (el que envía el mensaje) y un RECEPTOR (el que lo recibe), y un MENSAJE que tiene un CONTENIDO (lo que se quiere decir) y una FORMA (cómo lo dice).
El EMISOR envía un mensaje con un OBJETIVO (con una INTENCIÓN). El RECEPTOR INTERPRETA ese mensaje en función de dicho contenido y dicha forma:
Supongamos que un miembro de la pareja (emisor) cuyo mensaje tiene como objetivo que el otro vaya a comprarle cervezas (su intención es correcta) pueda alterar la armonía entre ellos, originando una pelea si se distorsionan algunos elementos de la comunicación:
- «¡Ve a comprar cervezas!» (Según esta forma el emisor está ORDENANDO.)
- «Si no vas a comprarme cervezas ahora, el sábado no salimos» (CHANTAJE).
- «Es tu responsabilidad ser una buena mujer para tu marido, por tanto, haz el favor de ir a buscar cervezas» (MORALIZAR).
- «Si no estuvieras pendiente sólo de tus cosas, deberías darte cuenta de que necesito bebida» (CRITICAR).
- «¿Vas a comprarme cervezas o eres una de esas mujercitas que no quieren que su maridito beba?» (RIDICULIZAR).
- «No vas a comprarme cervezas porque estás vengándote por lo que pasó ayer» (DESTRUCTIVO).
- «¡Eres una inútil, no sirves ni para comprarme cervezas!» (DESPRECIAR).
Todos ellos son ejemplos de Mensajes destructivos, formas equivocadas de dar un mensaje que probablemente no sólo no conseguirá que su mujer le haga este favor, sino que además provocarán enfado en ella u otros sentimientos peores.
La primera ley de la comunicacion efectiva es tener muy claro el objetivo antes de empezar a hablar. Por ello, es importante atender a la forma con la que hablamos, para que nuestra intención no sea deformada; siguiendo el ejemplo, una forma correcta y agradable de pedir la bebida sería:
«Cariño, si no estás ocupada, ¿podrías ir a comprarme cervezas? Es que va a empezar el partido….»
Así comunicamos lo que deseamos y probablemente consigamos la bebida, ya que nuestra pareja no se molestará al pedirlo de una forma agradable. Aunque pedir una favor de forma agradable tampoco nos asegura el éxito porque hay otros factores en juego, pero aumenta la posibilidad y no amenaza la relación.
En otras ocasiones el origen de una mala comunicación puede estar en el receptor del mensaje, por ejemplo porque se trate de una personalidad muy sensible y traduzca los mensajes de forma destructiva.
Veamos un ejemplo:
EL QUE EMITE EL MENSAJE DICE:
- «Hoy has venido temprano.» (La comunicación verbal es correcta.)
EL QUE RECIBE EL MENSAJE ENTIENDE:
- «Quieres decir que los otros días vengo tarde, ¿no?»
- «No te molestes, sé perfectamente que es tarde para lo que a ti te gustaría.»
- «¡Claro, si no llego pronto, ya sé qué caras me toca aguantar!»
Éste sería un ejemplo de una interpretación tergiversada. El que recibe el mensaje sospecha de una intención inadecuada del que emite el mensaje y reacciona como si éste le hubiera hecho una critica con la que no está de acuerdo.
4.- Qué puedo hacer para mejorarla
Para mejorar la comunicación con tu pareja, te aconsejamos lo siguiente:
Cuando te dirijas a tu pareja, es decir, cuando actúes como emisor de un mensaje, cuida el contenido y la forma de tu mensaje de manera que no dé lugar a errores de interpretación (importante evitar las formas destructivas que van directas a atacar a la persona).
Cuando escuches a tu pareja, es decir, cuando actúes como receptora, intenta no mostrarte suspicaz ni intentes adivinar la intención.
Aun cuando la forma que utilice tu pareja no sea del todo correcta, piensa que lo más importante es mantener la armonía; las interpretaciones tergiversadas sólo producen malestar y resentimiento. © Monkey Business / Fotolia
Estos dos objetivos, simples y de sentido común, son lo suficientemente importantes como para que le dediques tiempo.
Si tienes como objetivo llegar a tener una comunicación sana con tu pareja, te aconsejamos poner en práctica este ejercicio durante las próximas semanas:

Cuando te dirijas a tu pareja, intenta imaginar cómo hablarías tú si se tratara de una persona que acaban de presentarte.
Recuerda que es norma de cortesía obligada ser agradable y respetuoso. Si tu objetivo es mejorar la comunicación, ésta es una buena manera de empezar.
Analiza y revisa cómo hablas, cómo son tus mensajes. Piensa primero en el objetivo que quieres conseguir cuando hablas. Intenta observarte y cambiar tú primero para conseguir cambios indirectos en la otra persona.
Si no se producen los cambios es momento de explicar y compartir lo que has estado observando para que la otra persona también se haga un poco consciente de su forma de hablar. Podéis llegar a acuerdos de cómo hablaros y que aspectos tenéis que rectificar ambos.
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